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Foto del escritorAmor R Girgenti

Los espacios y su energía

Las personas, a lo largo de nuestra vida, pasamos ciertamente por una cantidad considerable de experiencias. Dependiendo de la naturaleza de cada una de estas experiencias, vivenciaremos situaciones de un cariz más positivo o negativo. La vida es así y hasta aquí nada especial; son de hecho estas situaciones las que van conformando el entramado de nuestra propia mundología. Sin embargo, hay un punto importante al que no solemos prestar la suficiente atención: se trata de la impresión energética presente en los espacios que habitamos. Y es que los espacios reciben y conservan la impronta de las experiencias vividas en su interior. Los estados emocionales sostenidos durante un largo periodo de tiempo en un espacio en concreto, o bien el shock emocional de alta intensidad vivido en un lugar -ambos ejemplos-, impregnan y determinan de modo permanente, inevitable e inconsciente los lugares que habitamos.



Y el asunto es que un hecho tan simple y hasta cierto punto evidente (para mi es lógico que esto suceda) puede llegar a condicionar la realidad vivida por las personas que habiten un espacio. O dicho de otro modo: la carga energética de un lugar nos puede llevar a vivir situaciones problemáticas o displacenteras, que en realidad no nos pertenecen... ya que están presentes en el espacio físico a causa de la carga energética de dicho lugar o de las personas que vivieron allí con anterioridad, ambas opciones son distintas y posibles. Y qué irónico porque en realidad ¡nada es nuestro! aunque la vida afectada sí sea la nuestra.



Los espacios que habitamos - casas, oficinas, bibliotecas, comercios de todo tipo, etc. pero sobre todo casas - son lugares ocupados, en la mayoría de casos, por la impronta o impresión vibracional que se depositó en ellos en algún momento del tiempo pasado. Se trata de una especie de poso energético que puede llegar a supeditar, a veces incluso limitar, las situaciones que se vivan (o sufran) en un lugar.





Y llegadas a este punto, la verdad es que hay experiencias de todo tipo. Las más comunes son personas, o más concretamente, personas "desencarnadas" que se han perdido por algún motivo en su paso al otro plano y se han quedado despistadas por el bajo astral. Estos casos son los más fáciles y rápidos de atender, ya que con una limpieza del espacio y ayudando a pasar a estas personas desencarnadas el trabajo está hecho. Sin embargo, en temas espirituales y energéticos la casuística es muy amplia. He aprendido por mi experiencia profesional algo que sigo comprobando: no se establecen patrones exactos.



Es cierto que hay limpiezas de espacios que obedecen a distintas necesidades, pero luego todo se personaliza a un nivel sorprendente. Y entiendo que esto puede deberse a que lo espiritual trasciende lo físico y allí no sirve lo que aquí es tan básico y común: el clasificar, ordenar y analizar. Veo que cada caso responde a una realidad, guardando una lógica específica que le es propia. Hay una frase del principito de Saint-Exupéry que adoro y que aquí también aplica perfectamente: "solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible a los ojos". Pues eso... así es. Para mí esta frase es un axioma que responde a lo que vivo y considero más real, aunque he de decir que me lo parece tanto en el mundo espiritual como en el físico: y es que solo se puede ver claro con el corazón.






Llegados a este punto voy a exponer un caso personal, ya que (en parte lamentablemente) puedo hacerlo. Es un caso un tanto extremo, pero me apetece compartir lo vivido por mi y mi familia respecto a este tema hace ya varios años, antes de sumergirme de pleno en lo que hoy día es mi profesión. Sin ánimo de alarmar... solo comparto:



Hace unos años mi familia y yo cambiamos de ciudad de residencia. Buscábamos una vivienda de alquiler y nos estaba costando encontrar una a un precio adecuado. Y esto, hasta el momento en el que topamos con un ático amplio, de 4 habitaciones, a un precio irrisorio. Lo visitamos y nos pareció correcto y espacioso. Es cierto que noté desde un principio “que algo no iba bien” en aquel lugar, pero no fue nada definido. No podía argumentar “no me gusta la sensación al entrar” si realmente el lugar era a todas luces lo que buscábamos, a metros del nuevo colegio y en un lugar céntrico y bien comunicado.





Yo aún no me dedicaba a lo que hago hoy y si bien mi intuición siempre ha sido la misma, entonces no tenía argumentos con los que defender lo que claramente percibía.

El caso fue que nos instalamos en aquel lugar. Mi hija, que dormía en su habitación por voluntad propia – lo decidió a los 2 años y medio – y como un lirón, empezó a tener unas pesadillas atroces. Digo atroces porque se despertaba de madrugada, gritando roja como un tomate (cero habitual) y llorando aterrorizada. No exagero, aquello era increíble. Sobre todo porque empezó a suceder a diario y nunca supo explicarme qué soñaba. Al poco tiempo empezó a dormir con nosotros de nuevo. Y empezó a toser. Una tos que no se iba. La llevé a su pediatra de nuestra antigua ciudad, a 1 hora y poco; la llevé a todos los privados de la ciudad, neumólogo y por supuesto a la seguridad social... y nada. No tenía nada. Estaba sana, todos coincidieron. Pero ella no paraba de toser, sobre todo de noche.



Al mismo tiempo empezaron las disputas con mi pareja. Peleas, enfados, desacuerdos, gritos... a un nivel nunca antes visto. Había tal intensidad en mis sensaciones negativas... ¡Y aparentemente todo era perfecto! Hacíamos lo que queríamos, laboralmente estables, nuestra hija en el colegio "perfecto"... pero la tranquilidad no estaba. Había mucho malestar, conflictos a los que se concedía una importancia desmedida. Incluso llegué a marcharme de casa unos días, decidida a separarme. Es algo que no se ha vuelto a repetir en estos años, ni pasó nunca antes, en 10 años de convivencia.



Teníamos 2 gatas. Y estaban bastante asustadas, no sabíamos por qué. Antes de llegar eran animales tranquilos. Pero en concreto una de ellas estaba aterrorizada. No nos podíamos acercar. Se pasaban las dos el día escondidas debajo de la cama. Empezaron a hacerse pis en la casa... nada de esto sucedía con anterioridad. Les compramos unas feromonas e el veterinario, nos aseguraron100% efectivas, pero se hacían pis delante del aparato.



Y por último mis sueños y señales. Siempre he sido muy intuitiva, he tenido sueños premonitorios, clarividencia, he estado en conexión con mis guías... siempre muy conectada, aunque no fuese de manera consciente. Pues bien: empecé entonces a percibir que había algo en mi habitación, algo oscuro que no me dejaba ver la realidad tal y como era de verdad, algo que me nublaba. Y decenas episodios extraños que no voy a contar ahora.



En los meses que pasamos allí (5 antes de confirmar lo que sucedía, 9 antes de marcharnos) se me dispararon las señales... así como los hechos también se dispararon. Una de nuestras gatas, la aterrorizada, se tiró por el balcón. Luego supimos que una de las personas de la familia propietaria del lugar también se había tirado por el balcón, años antes. Había habido malformaciones de nacimiento en aquel lugar. Y casos de violencia de género... en fin. Que cuando hablo de lugares con geopatías y energías o entidades negativas, sé de lo que hablo, para bien y para mal. Y ¡espero no haberos asustado! estas experiencias existen, pero no son tan habituales. Reconozco que vivimos un episodio un tanto extremo (...). También tengo que decir que fue abandonar el lugar y despareció la tos de mi hija, la gata superviviente recuperó su calma y (casi) todo volvió a la normalidad rápidamente.





Para vuestra mayor tranquilidad: en la mayoría de casos, la energía impresa en un lugar lo que hace es determinar las vivencias de las personas que viven en la actualidad en ese lugar. ¡No se llega al extremo que acabo de explicar arriba!.



Lo más común es encontrar que estas energías impresas en los espacios bloqueen nuestras vidas a nivel afectivo, sexual, familiar, o temas laborales, la fluidez de comunicación, etc... aunque como digo antes, la casuística es inmensa y las áreas afectadas pueden configurarse desde diferentes ángulos dando lugar a realidades concretas, ya que en un espacio es tan importante el remanente del suelo como los episodios ocurridos entre sus muros o incluso lo sucedido en un espacio natural y abierto, a través del tiempo.



En mi praxis yo limpio los espacios desde los Registros Etéricos o Akáshicos. Hago primero un desbloqueo de espacios y analizo suelo, lugar, construcción e historia, acabando por el espacio actual y los problemas que las personas me trasladen, en caso de haberlos.

Y algo que constato a lo largo de este tiempo es la efectividad de este trabajo. Se trata de una inversión no elevada que merece la pena plantearse, sobre todo si vamos a vivir en un espacio de manera prolongada.



Los espacios y las personas pertenecemos todas a este plano físico, y como tal compartimos características y realidades. Una manera sana de vivir es también el cuidar nuestro entorno, y no solo me refiero a Madre Tierra. Los espacios, en nuestro diario, observan un lugar predominante, a mi entender. Cuidémoslos para honrarnos a nosotras mismas, a nuestras familias, nuestras vidas y nuestra propia Divinidad interior.




Gracias por vuestra lectura. Un abrazo fuerte y ¡muy feliz semana!



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